Coincidiendo con los primeros días del otoño visitamos en la cercana provincia de Guadalajara los Pueblos de la Arquitectura Negra e Hita.
La principal característica de esta
arquitectura es el uso de la pizarra negra tanto en las cubiertas
como en los muros de las casas, que es extraída del propio entorno
natural de la zona. Las grandes lajas pizarrosas de las cubiertas y
los muros de similar roca dan el peculiar color negruzco a las
construcciones y el nombre a esta singular arquitectura popular.
De entre los templos destacan las Ruinas de San Pedro, que hasta la guerra civil fue heredera de la de Santa María como iglesia principal. San Juan Bautista, muestra del gótico mudéjar.
A los pies de la muralla encontramos el Palenque, un recinto donde rememorar torneos y justas, despertando la Edad Media de la memoria de Hita.
La arquitectura subterránea se mezcla con la cultura del vino y se halla imbricada con importancia de la comunidad judía. Las bodegas trazan bajo el casco histórico una ciudad oculta para atesorar los caldos en antiguas tinajas. En la falda del cerro la tierra vuelve a horadarse en casas cuevas, los bodegos, que conllevan parte de la peculiaridad de la villa.
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